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7 de marzo de 2016Hoy en el blog del Colegio Sierra Pambley presentamos el trabajo de nuestro alumno Miguel Ángel Fernández Otero, desarrollado para la clase de «Mantenimiento de jardines y zonas verdes» del Primer Curso de Grado Medio en Formación Profesional de Jardinería y Floristería. El proyecto se destaca por su dimensión humana, por su sensibilidad medio-ambiental y por su valor técnico, minucioso en el análisis (observación, medición y despiece) y en la descripción del entorno físico de una finca situada a orillas del hermoso embalse de San Vicente, en Antoñán del Valle—en la foto. Se trata de un aspecto fundamental en el trabajo de jardinería, ya que asegura un adecuado conocimiento del terreno y de sus variedades vegetales y naturales, así como una buena gestión de los recursos disponibles, facilitando la planificación, la instalación y mantenimiento de árboles, plantas y áreas verdes. Agradeciendo a Miguel Ángel su amabilidad por permitirnos la publicación del trabajo, como a nosotros, esperamos que también os guste.
→ [Vista aérea del Embalse de San Vicente en Antoñán del Valle, León]
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PROYECTO DE UNA FINCA PRIVADA (Antoñán del Valle)
Por Miguel Ángel Fernández Otero.
INTRODUCCIÓN
Para este proyecto he elegido un terreno propiedad de mi tío a las afueras de Antoñán del Valle, encerrado entre unos pinares y alejado de toda luz artificial y ruido, sin duda una maravilla las noches de verano. Enfrente de la puerta principal, tendríamos el embalse de San Vicente que nos regala unos maravillosos atardeceres. Si hubiera que dar una pega, respecto a la movilidad, sería que la zona de baño está justo a la otra punta del embalse, aunque a mi parecer, eso le da aún más encanto, ya que nos aleja de ruidos, bañistas y basura.
Al entrar en la finca andaremos por una acera subiendo una pendiente que atraviesa la finca hasta la casa, donde a mano derecha veremos una barbacoa-chimenea, y en mitad del camino a la derecha, tendremos un bancal con seis rosales, a los pies de uno de los árboles que dominan en cuanto a tamaño en la finca: un Pineus pinea. Al piso o zona de arriba podremos acceder subiendo la cuesta por detrás del serbal o por unas escaleras por la parte oeste de la finca. Una vez arriba, encontraremos un banco para disfrutar de las vistas y, si eso se te queda corto, podrás subirte a la torre de unos diez metros de altura para poder ver el embalse al completo y sus pinares, ahora infestado de procesionarias. En la parte de atrás daremos con el segundo árbol (un Pineus pinea) que predomina por su ancho, de unos cuatro metros, más que por su altura, de seis o siete metros; está podado de tal manera que el pino envuelve al depósito de agua, privándolo de luz. La finca no cuenta con agua potable, pero sí con electricidad gracias a un generador que aporta suministro tanto a las farolas, como a la casa en sí. Como árboles perimetrales, tenemos Pinus sylvestris, donde se deja ver alguna encina, cercanos piracantos y plátanos de sombra en la zona suroeste del terreno. Por la contraria, tenemos Acacia longifolia. Tengo muy buenos recuerdos de allí: desde mi primera comunión de punta en blanco, hasta cazar ranas enfrente de la entrada, hasta los tobillos de lodo con mi prima (ahora entenderéis por qué la zona de baño está al otro lado, ya que está llena de lodos, juncos y demás plantas típicas de la zona). Os invito a ir a bañaros, siempre que no os den miedo las ranas ni serpientes y os llevéis vuestra basura.