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EL PARQUE DE QUEVEDO DE LEÓN
Dentro de nuestro programa de actividades de orientación laboral, proyección profesional y acercamiento a las empresas contemplado en el PROYECTO AULA EMPRESA, el día 26 de noviembre de 2015, el Colegio Sierra Pambley de Hospital de Órbigo organizó una salida educativa al Parque de Quevedo con los alumnos de FP Básica de agro-jardinería y floristería y del Ciclo Formativo Grado Medio de Jardinería y Floristería. Nos recibe amablemente Antonio Ugidos, técnico responsable del Servicio Municipal de Parques y Jardines del Ayuntamiento de León, con quien tenemos ocasión de conocer más profundamente la gestión de este parque histórico de la ciudad y uno de los más frecuentados por los leoneses.
Con una superficie rectangular de 48.000 m2 (utilizada originariamente como vivero y área de almacenamiento), el Parque de Quevedo fue inaugurado en el año 1980, experimentando distintas transformaciones y reformas hasta llegar a su estructura actual. Su ubicación y amplitud ha permitido hacer de su espacio un lugar de referencia para la distracción y el recreo medio-ambiental y ecológico, acogiendo además otro tipo de actividades comerciales y deportivas, zonas de juego infantil, un templete de música donde se organizan verbenas populares y conciertos, así como varios locales hoy ocupados por la asociación vecinal del barrio de El Crucero y la Sociedad Ornitológica Leonesa.
En una charla abierta y muy amena, Antonio Ugidos se lamenta del constante problema del vandalismo y explica a nuestros alumnos algunas cuestiones directamente relacionadas con el oficio de la jardinería y el mantenimiento de zonas verdes urbanas. El consistorio de la ciudad de León ha desarrollado al respecto un modelo de administración mixto que combina la propiedad y dirección pública de los espacios con la externalización de algunos de sus servicios, derivándolos a empresas privadas especializadas. Los estudiantes se interesan, en particular, por la normativa de contratación de personal, los requisitos específicos en formación para el manejo de maquinaria y por la prevención de riesgos laborales en actividades peligrosas como la poda de árboles en altura.
→ [Antonio Ugidos nos explica las características de la gestión del parque]
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ITINERARIO BOTÁNICO
Una de las propuestas sobresalientes ofrecidas por el Parque de Quevedo a sus visitantes es el llamado «itinerario botánico»: un recorrido científico guiado por 19 de las ya más de 70 especies de árboles que reúne (abetos, abedules, cipreses, encinas, hayas, cedros, enebros, pinos, arces, chopos, nogales, acacias o castaños, además también de frutales como olivos, ciruelos, plátanos o melocotoneros), todas ellas especialmente destacadas por su rareza, su singularidad o valor biológico, y descritas por medio de carteles divulgativos dispuestos a lo largo del recinto. Su principal objetivo es acercar nuestro patrimonio natural a la ciudadanía y contribuir a su conocimiento y su conservación. Tras la charla, los alumnos y profesores del Colegio Sierra Pambley tenemos la suerte de poder realizar una parte de este itinerario acompañados personalmente de su responsable municipal. Consulta aquí la Web del Parque de Quevedo del ayuntamiento.
Hacemos nuestra primera parada ante un hermoso conjunto de árboles y arbustos ubicado junto a un pequeño estanque en el extremo sureste del parque, lindando con la Avenida de Quevedo. Ahí, se distingue inmediatamente un joven ejemplar de pino «araucano» (Araucaria araucana), árbol originario de las provincias subantárticas de Chile y muy característico por sus peculiares ramas alargadas de hojas puntiagudas, similares a escamas y extraordinariamente punzantes, lo que a veces complica su implantación y sus cuidados. A su alrededor, pueden encontrarse un abundante grupo de Cotoneaster, una especie de arbusto muy utilizada en jardinería por su elegancia y sus decorativos frutos en forma de baya redondeada de intenso color rojo. Y a su lado, también un imponente libocedro (Calocedrus decurrens), especie típica de las zonas boscosas del noroeste americano, particularmente caracterizado por la densidad de su follaje de ramas aplanadas.
Entre abundantes muestras de castaños (Aesculus hippocastanum), Platanus x hispanica, tuyas (Thuja occidentalis), cipreses (Cupressus sempervirens) y sauces «llorones» (Salix babylonica), llegamos hasta el espacioso estanque central del parque, emplazamiento de las infraestructuras que albergan sus famosos pavos reales, así como diversas variedades de ánades, patos y gallináceas. Esta es una de las características más originales del Parque de Quevedo de León, donde coexisten diversas especies de flora y de fauna formando un auténtico ecosistema, cuyo equilibrio es necesario atender. Para ello se combaten tanto las plagas y epidemias vegetales, desarrollando estrategias fitosanitarias de prevención y tratamiento, como también los posibles brotes de enfermedad animal (caso, por ejemplo, de la gripe aviar hace unos años).
→ [Itinerario Botánico I]
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Situado en el centro mismo del parque al que da nombre, un busto en piedra del escritor Francisco de Quevedo nos ve pasar hasta nuestro próximo destino: un majestuoso pino «piñonero» (Pinus pinéa). El ejemplar se cuenta entre más antiguos del parque y entre los más valorados por los visitantes, variedad de conífera poco común tan al norte de España por su sensibilidad a las heladas fuertes, pero muy abundante, sin embargo, en las áreas mediterráneas. Con una corteza agrietada de color pardo-rojizo, su tronco que se eleva hasta los 30 metros de altitud, coronándose allí por una enorme copa redonda muy poblada. En particular, el pino «piñonero» es conocido por producir una semilla o «piñón» de grandes dimensiones, muy apreciada en la cocina y la repostería desde la antigüedad. Al pie de este árbol impresionante, descubrimos un monolito en recuerdo y homenaje de la ciudad de León al gran naturalista Félix Rodríguez de la Fuente.
Con el tiempo medido, finalizamos nuestra visita ante una alineación de ejemplares de Ginkgo biloba, curiosísimo árbol procedente de Asia, donde es considerado sagrado. Su origen biológico se remonta hasta el periodo jurásico, mucho antes de la aparición del ser humano en el planeta, ejemplo de “especie no extinta” o “fósil viviente” que ha sobrevivido sin variaciones morfológicas durante millones de años. El Parque de Quevedo acoge hoy día alrededor de diez ejemplares de este hermoso arbol, cuyo carácter dioico determina que debamos mantener “cierto cuidado” con los ejemplares hembra, puesto que los conos o gálbulos que producen, una vez maduros, caen al suelo y al ser pisados por los transeúntes desprenden un olor francamente desagradable. Es por ello que comúnmente solo se empleen ginkgos macho en las zonas de paso de los jardines.
Junto a la puerta oeste del parque, finalizamos nuestra visita, agradeciendo a Antonio Ugidos y al Ayuntamiento de León toda su cordialidad y sus interesantes explicaciones a nuestros estudiantes, futuros profesionales también de la naturaleza.
→ [Itinerario Botánico II]
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